Mírate ahora, abrazándome por las mañanas, mirándome con ternura, acompañándome en todos y cada uno de los recorridos.
En aquella sala había muchas sillas, muchas personas sentadas y una que faltaba. Yo estaba aburrida, no me interesaba lo que veía ni lo que escuchaba. Entraste por la puerta y mi corazón dio un brinco, sin aviso previo; se me iluminó la vida y, de la nada, apareció un pensamiento dirigido a ti: "¿sabes que vas a ser el padre de mis hijos?". Menos mal que no escuchaste aquéllo porque fue tan impertinente que hasta me asustó a mí.
En la puerta hay dos niños esperándote todos los días. A ti te llaman papá y a mí mamá.
Después, como por magia, todo mejoró hasta el infinito, hasta lo máximo que puede mejorar la vida de una persona. Un día me dijiste: "Y nos iremos descubriendo arrugas nuevas en la cara, pero nos vamos a mirar en los mismos ojos cada día, todos los días..". Sé que no lo recuerdas, tú no eres de ese tipo de persona...pero yo sí, y no lo olvido.