jueves, 8 de diciembre de 2011

BUBA

    

      Cuando mi hija tenía 7 meses descubrimos a Buba. Él estaba sentado en el estante más alto de una tienda de accesorios y chilindradas varias; con su naricita rosa dirigida hacia nosotras. Ella estaba sentada en su silla, con la nariz helada por el frío. Sus miradas se juntaron y ella gritó: "¡Bu- ba!".

      Fue el primer juguete que le compré yo, como madre, sin tener la excusa de un Papá Noel o unos Reyes Magos. Ella no era, en aquel entonces, niña de mucho balbucear; justo acababa de empezar a decir sus primeras sílabas, así que el milagro de la elección del juguete unido al milagro de escucharle decir esas sílabas inéditas para ella, me hicieron decidirme.

      Buba es un osito que está siempre sucio. Su color es rosaceo, creo, pero siempre tiene un fondo gris- roña inevitable. Tiene dos ojitos redondos y negros, curiosamente muy expresivos, una nariz áspera y rosa y un cascabel dentro.

     No siempre fue el osito preferido de la peque, ese lugar tuvo que ganárselo a base de mucho esfuerzo: vestir largos vestidos de "novia" dos tallas más pequeñas que la suya, estar escondido durante días dentro de un cojín del sofá o, incluso, aguardar olvidado durante semanas en el fondo del cajón de los peluches, consiguiendo, a pesar de ello, no perder un sólo instante la sonrisa.

      Yo, desde que nació mi hija, he intentado darle muñequitos para dormir. Ella siempre ha dormido de maravilla en casa, pero le costaba mucho dormir fuera; así que yo pensaba que con un muñeco fiel se sentiría más a gusto, más "como en casa", durmiera donde durmiera. Probé durmiendo yo con ellos, por eso de que se quedara el olor de mami; lo intenté con muñecos manta, o con amiguitos con diferentes texturas agradables que ayudaran a conciliar el sueño. Yo me empeñaba y ella observaba mi empeño desconcertada: simplemente le gustaba dormir sola.

      Un día empezó a dormir con Buba. El sonidito de su cascabel comenzó a ser sinónimo de que la enana estaba en la cama. Fue su elección, quién sabe basada en qué criterios infantiles. Ahora mismo por las noches son inseparables. Cuando se va a dormir, Buba la llama, ella abre el cajón de los peluches y le da un gran abrazo. Normalmente le pregunta: "¿ya te has lavado los dientes?", y se van los dos a la cama, a leer un cuento. Es imprescindible que les dé dos besos, uno a cada uno, y me despida deseándoles buenas noches a los dos. Desde el salón escuchamos sus conversaciones, de lo más complejas y apasionantes.

      Por las mañanas, normalmente mucho antes de lo que yo desearía, escucho el sonidito de un cascabel acercándose...empieza el día. Y siempre la peque suelta algún comentario del tipo: "Mamá, esta noche Buba se ha portado fatal, ¡no me dejaba dormir, no hacía más que moverse!".

      Ayer, cuando me alejaba por el pasillo después de haberme despedido de la pareja, escuché algo privado. Muy bajito mi hija dijo: "Te quiero, Buba".

     

2 comentarios:

  1. Que bonito Kym!! Y que tierno, para ella sera inolvidable ese osito. Un saludo!!

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  2. cuanta ternura en un hecho tan simple y cuanta profundidad a la vez, una dulce total Raquel :D
    Celeste

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