domingo, 2 de septiembre de 2012

PAPEL EN BLANCO

     

     La magia del papel en blanco es indiscutible. Cualquiera que alguna vez haya querido dibujar algo hermoso o escribir una historia lo sabe. No es necesario ser un gran pintor o escritor, sirve con haber sido estudiante o, simplemente, con ser aficionado a cualquiera de estas artes.


     Ese rectángulo fijo, demasiado consistente y real, se nos atornilla en las sienes y nos oprime, con cierto agobio que, además, nubla la vista y entorpece las ideas. El papel en blanco nos pone en el límite de nuestras posibilidades y, por tanto, nos hace rebelarnos e intentar sacar lo mejor de nosotros mismos. Y surgen las ideas, débiles o fuertes, ligeras o profundas, necias o sabias. Pero aparecen, sacamos algo propio, muy nuestro, que se nos presenta ante los ojos por primera vez.

      Yo (tú) observo y vivencio el mundo, tan complejo, yo lo proceso y lo siento de forma personal y única, yo expreso en el papel en blanco. Si el papel me muestra el camino, si el papel me indica cómo debo dibujar un pez, o cómo sentir y describir la tristeza, no puedo volcarme en él. Pero el papel en blanco me da libertad.
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      Dale a un niño un papel en blanco y te fascinará. No uno, si no muchos, todos los que él necesite. Nadie se sorprende más ante el mundo que un niño, y nadie necesita más libertad para expresarse sin ataduras que un niño.

      Como profesora y como madre siempre utilizo como recurso el papel en blanco. Es mi material preferido, lo reconozco: un maravilloso espejo mágico nacarado. Me sobran los cuadernillos para colorear, de ortografía, de caligrafía, etc. (bueno, para ser justa he de decir que no me sobran, también tienen en algunos casos su utilidad, pero me molestan bastante).
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      Un niño pequeño está en contacto con cuentos, con carteles en las calles, con cuadros, con cartas...el mundo de la imagen y el de la palabra escrita forman parte de su cotidianidad, aunque sea de forma casi subconsciente. 

      Los padres contamos cuentos a nuestros hijos, y ese momento es muy codiciado por ellos: un rato de cercanía, de magia y de comunicación. Observamos juntos los dibujos, compartimos historias sencillas... Esa naturalidad que caracteriza al "recibir" debe formar parte también del "expresar".

    Ante el papel en blanco el niño se muestra a sí mismo, reflexiona a su manera sobre el rico mundo que le rodea. 

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    Un palote puede ser un pez, un señor o, simplemente, un ejercicio de poder (YO pinto, YO puedo). Papá dibuja doscientos caracoles y mamá me escribe mi nombre porque yo quiero que lo hagan. Yo imito, yo investigo, yo aprendo. La M es la letra de mi mamá y de mi profesora, y la dibujo, doscientas veces. La dibujo porque no sé qué significa, pero me gusta hacerlo. 

    Conozco varias letras, porque me gusta aprender aquéllo a lo que no me obligan, y las pongo una al lado de la otra sin fin; o simplemente escribo garabatos que quieren decir cosas, junto al dibujo de un muñeco gigantesco o chiquitito. 

    Escribo mezclando mayúsculas y minúsculas, sin separar palabras pero escuchando, escribiendo...Dibujo más muñecos, miles, todos iguales y todos diferentes. 

    Me pongo a prueba a mí mismo, disfruto, aprendo, consigo lo impensable...todo gracias al papel en blanco.

8 comentarios:

  1. Me encanta la libertad del papel en blanco y me fascina como resuelven ese reto los pequeños sin titubeos, directos y creativos, sin prejuicios y sin estar encorsetados. Detesto como la escuela, muchas veces, hace que se marchite esa explosión de imaginación.

    Te había echado de menos Kym. Vuelves a llenar esa hoja en blanco de buenas ideas.

    Besos.

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    1. Ahora me paso por tu blog, Mar, que siempre me enriquece la mente. Gracias por visitar este rinconcito!

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  2. Preciosa reflexión!
    No conocía tu blog, pero desde hoy ya tienes una nueva seguidora!

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  3. Amigaaaa! Ya necesitaba de ti, de tus pensamientos, de tus invitaciones a mirar pero observando...
    Para mi, una hoja en blanco en la mano de un niño toma forma firmemente, pero sin miedo, de forma fluida... a medida que crecemos nos empieza a aterrar no completarla con lo que esperan de nosotros, y por eso, en ocasiones no resulta libertad si no encierro del que debemos huir...
    Recuperar esa libertad... me viene en un gran momento tus bellas palabras!
    Abrazos!

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    1. Cierto, Débora...Cuando escribimos queremos que se nos lea, y es inevitable tener en cuenta a las personas que estarán al otro lado. Pero es complicado conseguir que eso no nos impida tener la libertad de la creación!!!! Es un reto y, como todos los retos, nos proporciona el aliciente perfecto para seguir escribiendo! Gracias por estar siempre. Sabes que yo también estoy...aunque soy a veces demasiado "tímida" y no comento demasiado ;)

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  4. Un papel en blanco hace maravillas, y me parece tan profundo como el silencio.
    Besos

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