lunes, 30 de enero de 2012

NUESTRA LACTANCIA MATERNA

Un abrazo intenso, una sonrisa con la boca llena, calorcito en la cama, un cuerpo pequeño y amado, jugueteos, el dedo chiquitito al ojo chiquitito: sueño, pelo mojado de sudor, manita en el pecho, pellizcos, miradas que hablan, caricias mutuas...

      Ésta ha sido nuestra lactancia materna. Hablo así, utilizando el pretérito perfecto, porque desde hace unos días mi chiquitín y yo nos estamos despidiendo de todo esto. No lo digo con pena, ni mucho menos; es una decisión tomada sin pensarla demasiado, pero tomada con el corazón. Considero que ya hemos disfrutado bastante de la lactancia y que ahora nos toca dejar paso a otras experiencias.

      Jamás había hablado en el blog de la lactancia materna, a pesar de que es uno de los temas que más se tratan en los blogs de maternidad. Hoy he decidido hacer una excepción porque la ocasión lo merece. ¿Por qué nunca hasta hoy había hablado de todo esto que es tan grande, tan importante y cotidiano? Pues porque es un tema con el que jamás he estado de acuerdo con nadie. O, perdón, quizás es todo lo contrario, porque yo acepto que cada uno haga lo que le dé la gana...es un tema con el que nadie ha estado nunca de acuerdo conmigo. He recibido críticas de todos los bandos, comentarios desafortunados de amantes de la lactancia y de amantes del biberón. Parece que la gente no termina de entender que la lactancia es algo tan íntimo que no se puede opinar sobre cómo lo viven los demás (¿acaso nos metemos a opinar sobre las relaciones sexuales que tienen nuestros amigos, sobre cómo deben organizar su casa o sobre qué tienen que hacer con su dinero?). La lactancia es cosa de dos, exclusivamente de dos: la mamá y el bebé. En el curso de preparación al parto- maternidad incluían al padre y al entorno cercano; no sé en los demás casos, pero en el mío puedo asegurar que no he mirado hacia otro lado más que hacia mis hijos, y menos mal. La lactancia es una relación de la mamá y el bebé, y cada mamá la vivenciará de forma diferente con cada uno de sus hijos.

      Y ahora paso hablar de NUESTRA LACTANCIA MATERNA. En primer lugar, la lactancia con mi hija mayor:
      Con ella todo fue difícil al principio: dolor, sangre y lágrimas...muchas lágrimas. A la semana ya estaba dispuesta a claudicar, a dejarlo por imposible o, mejor dicho, por doloroso; pero las pezoneras y una matrona sensible me animaron a continuar, y jamás me arrepentí. Con ella utilicé biberones desde el primer día; sólo por las noches, antes de meterla en la cuna; primero el bibe lo hacía con mi leche y luego empecé a utilizar leche en polvo. Para mí este bibe nocturno fue mágico y salvador, la niña se iba con la barriguita caliente y llena a dormir, y dormía de maravilla. Aprovechando que los bibes le gustaban, era fácil dejarla en algunas ocasiones con otras personas, cuando yo lo necesitaba. Así que tuvimos una maravillosa lactancia mixta. A los 6 meses empezamos a cambiar tomas de teta por tomas de bibe, la mayoría de ellas por causa de fuerza mayor (yo trabajaba fuera de casa en aquél entonces), y poco a poco, a los 7-8 meses, la teta desapareció. Nadie la echó de menos. Pero siempre recordaré la lactancia de la chiquitina como algo muy bonito.

     Con mi hijo pequeño todo empezó diferente. Él nació muy grandullón, con 4, 410 kilitos, y con un hambre atroz. Y a mí que me digan lo que quieran: ese niño se moría de hambre. De entrada no sentí ningún dolor cuando se enganchó al pecho. Sin embargo, el hecho de que el chiquitín se pasara todo el rato pegado a la teta, sin separarse ni un solo segundo durante su primera noche de vida, hizo que alguna pequeña molestia tuviera. Y lo peor no fue eso, lo peor fue que yo estaba totalmente destrozada y no podía descansar. Di a luz en un hospital "amigo de los niños", y no me dejaron darle ni una gota de bibe, para estimular la lactancia materna. Juro que estuve a punto de asesinar a alguna enfermera: ¡yo necesitaba dormir! Pero consiguieron su objetivo: el niño nunca quiso tomar un solo bibe. Ale, así, sin elección: lactancia materna exclusiva. Fue difícil, porque era un bebé muy demandante en lo alimenticio (siempre tenía hambre), pero con el tiempo nos acostumbramos a estar media vida juntos y a disfrutar, y mucho, de esos momentos. Se despertaba por las noches por hambre, dos o tres veces, y no había que buscar otras razones: era hambre pura y dura. Me hubiera encantado poder darle ese bibe mágico nocturno, pero fue imposible. Y así seguimos, hasta los 6 meses que empezó a comer algunas cosas más; y continuamos hasta hoy, ya con 12 meses. El gran paso, el gran cambio, vino hace unas semanas: no sé cómo ni por qué, pero se me ocurrió ofrecerle por millonésima vez un bibe; y esta vez le encantó, para sorpresa de todos. De momento seguimos con lactancia mixta, pero la decisión está tomada: poco a poco, sin prisa, la lactancia materna irá desapareciendo.

      Y, bueno, sé que, como siempre, mi lactancia materna será criticada. Habrá quien piense que es una barbaridad que le siga dando teta a un bebé de un año que ya corre por toda la casa (lo he oído), y también habrá quien piense que es una barbaridad que abandone la lactancia tan pronto (también lo he oído).

      Reivindico, desde aquí, el derecho a una lactancia materna libre, sin cadenas ni condenas de ningún tipo. 

7 comentarios:

  1. ¡Plas, plas, plas, y más plas, y plas y muchos plas más!
    ¡Sabía yo que esta entrada pintaba bien! Apoyo tu reivindicación totalmente. La lactancia es algo muy personal como bien dices, y además, si no se trata con respeto y comprensión, puede generar en la mamá que te escucha una gran inseguridad e incluso sentimientos de culpa...
    Como leíste en mi entrada del otro día, y suscribiéndome a tus palabras, estoy totalmente a favor de una maternidad sin cadenas ni condenas porque las circunstancias personales de cada hogar son infinitas...
    Besitos mil y aquí me tienes para seguirte fichando!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Débora, contaba con tu apoyo, jajajaja. Me alegra que sigas visitando el blog.

      Eliminar
  2. Yo soy una de esas "talibanas de la teta", mi hija a sus 16 meses y medio sigue tomando teta, no ha probado nunca un biberón. Para mi la lactancia ha sido y es algo maravilloso (yo tuve muchos problemas al principio).
    Sólo quiero hacer una matización, espero que no te moleste, los niños no sólo maman por hambre. Mi hija se sigue despertando por la noche para saber que no está sola y mama porque así se queda dormida al momento.
    Como dices, la lactancia es algo que depende de cada mamá y su bebé. Hagas lo que hagas siempre encontrarás a quien no le parezca bien. Yo te felicito por esas dos estupendas lactancias. Si esa decisión es lo que necesitas y tu hijo está contento a mi me parece una decisión de lo más legítima, nadie puede decirnos lo que debemos hacer.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias mil, Carol, por no juzgar, y por dejar tu comentario, porque todos los comentarios son enriquecedores...y me dan una gran alegría!

      La aportación que haces es perfecta, y cierta a más no poder. Y ésa es una de las magias de la lactancia. Pero cuando te hablo de mi hijo y de sus despertares nocturnos, te aseguro que no me equivoco al decir que era hambre; en cuanto empezó a cenar sólidos (y ni hablar ahora que le doy bibe), empezó a dormir del tirón.

      Besitos!

      Eliminar
  3. Kym, te felicito por tu salida del armario en lo que a lactancia materna se refiere jejeje. Yo viví una mezcla entre tus dos experiencias. Mi peque era flaquito (y es) pero era tan tragoncito que le hizo falta suplemento desde el principio y cuando ya mi cuerpo se habituó a su demanda y el peque además decidió que lo que le gustaba mas en el mundo era la teta nos dedicamos ambos a la lactancia exclusiva. A los 7 meses el peque decidió que quería mas cosas y poco a poco solito lo fue dejando. Aún sigue siendo así, tiene muy pocos dientes pero no quiere yogur y esas cosas él quiere comida!.
    En conclusión, amiga, soy de tu opinión. Que cada uno haga lo que estime conveniente. Siempre poniendo como prioritario a tu bebé y lo qué quiere y necesita. Hace tiempo que aprendí a no cuestionar muchas de las cosas que viven los demás. Muchas de ellas te pueden pasar a ti y a nosotros tampoco nos gusta que se metan en nuestras vidas. Buuuaaaa! menudo rollo te he soltado! ;b
    Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por contarnos tu experiencia, Yaneth! Yo estoy segura de que mi hijo hubiera necesitado complemento también, porque era muy tragón, pero como seguía engordando no me dejaron darle nada...aunque a mí me tenía consumidita; no de flaca, que de eso nada (ese beneficio de la lactancia yo me lo salté), sino de cansada, porque te aseguro que se pasaba el día colgado de la teta.

      Eliminar
    2. Sí, yo también me salté ese beneficio de la lactancia y también el del período por lo visto... Mi peque también fue muy tragón, encima nació en pleno agosto y con esos calores y el otro ahí colgado todo el tiempo uuuufff. Y claro, hambre, sed, dolores todo era la teta, él todo lo solucionaba así. Incluso cuando tuvo cólicos, que por cierto, como comía como si se fuera a acabar el mundo pues por ahí pillaba aire y toma cólicos...Si de eso tenemos para escribir un libro no? jajaja. Un beso

      Eliminar

Entradas populares