Vivo en una casita de paja; cada día tengo que rehacer un poco las ventanas, el tejado, porque entre todos los que vivimos en ella la deterioramos un poco. Es el coste del vivir, del existir. Todo lo que pasa fuera nos afecta, lo escuchamos y lo sentimos, porque es nuestro problema; se oye el viento por la noche y el cantar de los pájaros por el día. Estamos atentos al sonido de la lluvia y a los ruidos de los animales que nos acechan.
Pero no tengo miedo al lobo feroz...¡que se atreva a entrar en nuestra casa!
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